UN HOMBRE DEBE HACER, LO QUE UN HOMBRE DEBE HACER
Nos encontrábamos en lo más crudo de la guerra conocida como
TECBIOS, donde se encontraban enfrascados los Tecnos, la facción nuestra, y los
Bios, los enemigos, es difícil creer que hace 200 años pertenecíamos al mismo
bando.
Juntos éramos conocidos como los Numerati, glorioso grupo que combatió valientemente en las GUERRAS
ESTADIOSTICAS: juntos los Bios, maestros en las Ciencias Biológicas, Medicina, Genética,
Ecología y nosotros, los TECNOS, supremos
conocedores de las técnicas Matemáticas, Física, Mecánica, Ingeniería,
Materiales y nuestra mayor conquista, la ROBOTICA.
Sucedió que al finalizar las guerras ESTADIOSTICAS le
siguieron muchos años de paz, tranquilidad y prosperidad, todos convivían y
compartían su conocimiento con los demás y todo esto gracias a la mediación del
Supremo Ministro Rodolfo, héroe de la guerra y feroz defensor de la paz.
Pero algo pasa con los hombres, poco a poco la diferencia de
gustos y visiones empezaron a crear fricciones entre las partes y pronto se crearon
los partidos BIOS, TECNOS y los FILOS, un grupo de gente que ponía las artes y
las ciencias filosóficas, ética y teología, por encima de las demás técnicas.
Se resolvió pues que cada facción tomara un continente cada
uno y que tuviese su propio gobierno, de tal suerte que ahora las relaciones
eran básicamente diplomáticas y comerciales.
Todo iba relativamente bien, las relaciones aunque frías eran
llevadas en paz y todo hubiera seguido igual sino es por el acto cobarde de los
BIOS, que de la manera más medrosa lanzaron las nefastas bombas biológicas con
la peste azul, empezando de esta forma la guerra, enfermedad tan nefasta, la
cual es de todos sabido, que tiene una tasa de mortalidad del 100% y por lo
mismo, no hay cura conocida.
Pero basta de historia, me presento: soy el asistente del general Enrique (descendiente directo del GRAN
RODOLFO), debo encontrarle y trasmitirle que por fin encontramos a un piloto de
los BIOS que es inmune a la peste azul.
¡Malditos BIOStardos, atacarnos con armas biológicas y
quedarse con la cura solo para ellos, esto es genocidio pero no lo vamos a
permitir!
El general, como siempre, solitario en su cuarto de control blindado
secreto, del cual sólo unos cuantos sabíamos de su localización exacta.
--Sí, dígame, sargento…
--Por fin señor, tal como lo predijo y después de que usted ordenó
capturar vivos a todos los soldados, pilotos y en especial a los oficiales,
nuestros científicos encontraron que efectivamente uno de los pilotos mostró
inmunidad a la peste azul. Ya nuestros científicos están procesando la
información y ya están sintetizando el antídoto para ser distribuido entre la población.
--Gracias, sargento, buenas noticias, esperaba con ansias ese
reporte y en estos momentos estoy enviando un mensaje a los BIOS pidiendo un cese
al fuego y que estamos interesados en entablar pláticas de paz, puede
retirarse.
--General.
--Sí, sargento diga.
--¡Permiso para hablar claro!
--Claro, sargento, dígame…
--Señor, durante toda la guerra usted dio la orden de intentar
no matar a los soldados BIOS y que tras su captura sólo se les tomara una
muestra de sangre para ponernos a buscar la cura, eso puedo entenderlo, pero
ahora que la tenemos, ¿cómo es posible que queramos la paz con esos asesinos
cuando es justo el momento de ensenarle nuestra superioridad en armas y
sistemas defensivos? Con nuestras técnicas podríamos acabar con ellos en una
semana…
EL general volvió lentamente su mirada a los monitores de
mando y se tomó unos segundos, como para medir bien las palabras que iba a
decir.
--Sargento, como usted bien dice nuestra tecnología nos da
ciertas ventajas en la guerra, la diferencia no es tan grande como dice la propaganda,
aun que es cierto que nuestros campos de fuerza hibrida con Mercuroide Pervasivo
(La famosa red FHMP) son formidables, justo es decir que los Campos PRANICOS de
los Bios no están tan atrás y lo mismo pasa con nuestras terribles Bombas de Partícula
de Boson Higgs.
Hizo una pausa.
--Ellos por su parte cuentan con sus bombas poliméricas
cuánticas. En fin, aunque cierto es que a mediano plazo nuestra potencia bélica
ha sido y será superior nos esperaban grandes pérdidas humanas y materiales
para ambos bandos.
Otra pausa, mirando al techo, como eligiendo bien sus
palabras.
--Lo que estoy a punto de contarle, es altamente confidencial
Sargento. Así que escuche bien:
“Como todo mundo sabe hace unos años aparecieron los primeros
brotes de lo que hoy conocemos como la peste azul, totalmente letal y con una
capacidad de propagación increíble, y aquí es necesario decir la cruda verdad:
No sabemos de dónde salió, después de muchas investigaciones creemos que es una
mutación de algún virus maligno proveniente del Amazonas que ya de por sí todos
los que vienen de ahí son sumamente peligrosos, y aún más debido a esta mutación
se convirtió en algo absolutamente mortífero y cabe decir que su nacimiento fue
simplemente un evento aleatorio desafortunado que ocurrió de forma natural.
Me quedé mudo con lo que estaba escuchando, no podía creer lo
que estaba diciendo el general: todo en
lo que creía, mi odio por los BIOS, era basado en una mentira., ellos no habían
iniciado la guerra; de hecho; nadie era culpable.
En un impulso involuntario traté de preguntar algo al
General, pero este me interrumpió con su mano levantada, ordenándome guardar
silencio.
--Sí, sargento, sé lo que está pensando, pero no es tan
simple como se ve.
“Nuestros científicos médicos (¡oh, sí! También tenemos, pero
hay que aceptar que no son tan avanzados como los BIOS) calculan que podrían
tener una cura en veinte años, pero debido a la tasa de mortalidad y la
velocidad de propagación de la enfermedad para ese entonces ya estaríamos los
TECNOS en vías de extinción y si el virus no nos acabase antes, nuestros
enemigos al vernos tan débiles nos destrozarían como buitres para apoderarse de
nuestras riquezas y conocimientos.
“Así que corrimos simulaciones en nuestras Robomputadoras usando nuestro análisis
de TEORIA DE JUEGOS DE GUERRA y llegamos
a la conclusión de que la mejor manera de afrontar la crisis era trabajar en
conjunto con los BIOS, pero aquí es donde empieza el problema, donde
establecimos diversos escenarios posibles de curso de acción: primero quisimos
hablar directamente con ellos y exponerles el problema, es decir creemos que a
ellos también les interesa desarrollar una vacuna ya que tarde o temprano la
Peste llegará a su territorio.
“El gran problema radica en el TIEMPO, calculamos que ellos
podían: 1) esperar mucho más que nosotros porque aún no hay, creemos, casos
reportados de la peste y 2) su tecnología ViruMedica
podía desarrollar una vacuna en dos años en vez de los veinte que tardaríamos
nosotros.
“Desgraciadamente esto les daba gran ventaja en las
negociaciones por que una opción muy viable para ellos sería simplemente
esperar a que nos vayamos debilitando poco a poco, así que obviamente su palanca de negociación sería
muy superior a la nuestra y el precio de la cura sería inaccesible ya que, honestamente,
¿cuánto vale la sobrevivencia de nuestra especie? Sencillamente terminaríamos
siendo esclavos de los BIOS.
“La respuesta seguía siendo trabajar ambos bandos en la cura,
sólo que simplemente no podíamos pedírselos,
debimos encontrar otra forma y la estrategia fue, ya se imagina, enviar pilotos
, soldados , marinos y todo lo que tuviéramos a atacar su territorio, pero lo
que nadie sabía es que la mayoría de los militares de la primera oleada eran
personas ya enfermas e infectadas en las primeras fases de la peste azul, así
que solo era cuestión de tiempo para que emergieran brotes de entre los BIOS y
efectivamente eso fue lo que sucedió, con este movimiento obligamos a los BIOS a
trabajar en la cura del virus y durante ya dos años TECNOS y BIOS hemos estado
luchando en dos frentes, uno, la guerra y dos, contra la peste.
Me quedé totalmente sorprendido sin poder articular ninguna
palabra. Todo mi mundo se venía abajo: la ética, la moral, la lealtad y todo
aquello que nos inculcaron quedaba ahora en entredicho.
Nosotros los TECNOS y no ellos fuimos los que empezamos esta
horrible guerra.
EL general suspiró y como si una mole de piedra le cayera en
la espalda, dijo:
--Sargento: UN HOMBRE DEBE HACER, LO QUE UN HOMBRE DEBE
HACER.
Hizo otra de sus pausas.
--No me agrada y obviamente no estoy orgulloso de lo que
hice, pero alguien tiene que tomar decisiones y más cuando está en juego el
futuro de nuestra raza.
“Le puedo agregar que convoque a la junta para entablar y hablar
de un cese al fuego y para comunicarles que encontramos un espía y que es parte
de un complot internacional anarquista para debilitar a nuestras naciones y
esta persona desgraciadamente tenía completo acceso a nuestros sistemas y
locaciones más secretas y aún más instigó a que iniciaran las hostilidades entre
nuestras dos naciones…
Miró a su escritorio como si algo le hubiera llamado la
atención.
“…pero ya nuestro servicio de inteligencia logró localizarlo
y se hizo cargo de él, lástima que al final no pudimos interrogarlo porque hubo
un tiroteo y una bala le alcanzó y murió en forma instantánea. De cualquier
modo ya empezaron las investigaciones para encontrar a quienes son los
verdaderos culpables y a qué grupo de malvados conspiradores pertenecía este
cerdo y cuáles fueron sus motivos para que esta atroz guerra haya comenzado.
Mas desorientado que nunca, dije:
--Pero general, usted mismo dijo que nosotros habíamos
iniciado la guerra para obligar a los BIOS a trabajar en la cura para la peste
azul y ahora me dice que hay un espía que…
En ese momento el general Enrique bajó la mano derecha a su
cinturón, tomó su revólver y lo apuntó directamente a mi frente y aunque su
rostro mostraba tristeza, vi como para darse valor el general musitaba las
palabras “UN HOMBRE DEBE HACER…”
Yo, en ese momento cerré mis ojos y por algún mecanismo morboso
de mi mente el final de la frase retumbó saliendo de mi cabeza:
“…LO QUE UN HOMBRE DEBE
HACER”.